La hipnosis es una herramienta eficaz dentro de diversos tratamientos psicológicos. Lejos de ser una disciplina aislada, la hipnosis se utiliza como complemento en enfoques terapéuticos bien establecidos, como la terapia cognitivo-conductual (TCC) y las terapias de tercera generación, entre las que se encuentran la terapia de aceptación y compromiso (ACT) y la terapia basada en mindfulness. Esto significa que durante el proceso terapéutico, la hipnosis se combina con técnicas científicamente validadas para abordar problemas específicos como la ansiedad, el estrés, el dolor o los trastornos emocionales.
Al integrarse con otros enfoques, la hipnosis potencia el proceso de cambio, ayudando a las personas a acceder a recursos internos que favorecen el bienestar psicológico. Dependiendo de las necesidades de cada persona, el terapeuta puede adaptar el tratamiento, utilizando la hipnosis junto con estrategias cognitivas, conductuales o de regulación emocional, lo que garantiza un enfoque flexible y personalizado.
A modo de ejemplo recuerdo que recientemente, un paciente que luchaba con el estrés crónico experimentó un cambio significativo cuando combinamos la hipnosis con la terapia cognitivo-conductual. La hipnosis le permitió alcanzar un estado de relajación profunda, lo que facilitó la identificación de pensamientos automáticos negativos. Con el apoyo de técnicas cognitivo-conductuales, pudo reestructurarlos y empezar a gestionar mejor sus emociones.
Este enfoque integrativo no solo permite acceder a recursos internos de forma más rápida, sino que potencia los beneficios de las técnicas más tradicionales.
